De raíces y semillas

Dos historias de mujeres indígenas Maya K’iche’

Heidy Guarchaj Par junto a su abuela Florinda Par Tzic

Heidy

A 2900 mts de altura en Pacapox, Chiyax, Totonicapán la tierra es negra y suave al azadón. El agua brota a un metro del suelo. El frío se quita con fuego, trabajo y té de panela. 

Arriba el bosque donde nacen las nubes y el agua. Al pie del cerro, las siembras y entre ellas se divisa el invernadero donde Heidy Guarchaj Par, su madre María Pascuala Tahay Par y su abuela Florinda Par Tzic cultivan flores porque les gusta y para venderlas en el mercadito agroecológico de Totonicapán todos los viernes. 

La variedad de flores que siembran incluyen claveles, llovizna, azucenas, etc.

Heidy tiene 17 años y decidió ser agricultora como su abuela y su mamá, quienes le enseñaron todo lo que sabe de siembra y cuidado de plantas. 

Desde mezclas de hierbas para curar los brotes de hongos, hasta preparados de cáscaras para fortalecer las raíces, Heidy ha aprendido muchas recetas para mantener los cultivos sanos y el suelo bien nutrido. Todos los alimentos que cultiva ella y su familia son orgánicos. Cultivan maíz en milpa, asociado con habas y ayotes. También cebada, papas, tomates y frutas de temporada.

Las manos de la abuela de Heidy sostienen mazorcas de dos tipos de maíz que se conservan como semilla.

Por la falta de reconocimiento del trabajo de las y los agricultores, Heidy es una de las pocas jóvenes que se integra al trabajo agrícola y pecuario como apoyo a su madre.  

Heidy de camino a la milpa, pasando por el cultivo de cebada

Entre las tres cuidan cabras, cerdos y gallinas. El estiércol se mezcla para abonar las plantas. Los huevos y la carne para comer y vender en el mercadito agroecológico que se celebra todos los viernes en Totonicapán, un proyecto que lleva años gestándose y perfeccionándose. Ahora son más de 100 familias las que cultivan alimentos orgánicos.

Florinda, la abuela de Heidy cosechando cebada

Las familias que forman parte de este mercadito que impulsa la economía indígena también reciben asesoría técnica de Utz Che’ (Buen Árbol en Maya K’iche’), organización de base que conserva 72mil hectáreas de bosque en Guatemala y fortalece alternativas sostenibles de desarrollo como la agroecología y el ecoturismo comunitario.

Cosecha de agua de doña Florinda Par Tzic, abuela de Heidy.

Santa

Santa Isabel Tax Rosales es Maya K’iche’ y vive en Chipuac, Totonicapán. Junto a su esposo y su hijo tiene un jardín donde aprovechan de manera excelente el espacio y el asocio de cultivos en rotación de parcelas para cosechar 5 tipos de manzana, brócoli, papa, flores y el sagrado maíz en asocio con habas.

Ubicada al pie del cerro Saq´ abaj (Piedra Blanca), la familia de Santa Isabel también forma parte de la red de productores que vende sus productos en el mercadito agroecológico de Totonicapán.

Santa también ha hecho espacio junto a su hogar para sembrar las plantas medicinales que más utiliza, desde la albahaca y la hierba buena, hasta la salvia y ruda.

Totonicapán es reconocido por conservar las prácticas ancestrales de Manejo Forestal Maya K’iche’ para la conservación de los bosques y sus valiosos recursos hídricos; ya que es la cabecera de cuencas que alimentan los ríos Chixoy, Motagua, Nahualate, Xolpachec y Boloba. 

 

Su nombre en K’iche’ es “Chuimekena” que significa “Sobre el agua caliente” por sus aguas termales en la parte baja de la ciudad. Es un territorio rico en bosques nubosos y hábitat de una amplia biodiversidad, sobre todo en la zona alta donde se ubica la Reserva de la Biosfera Sierra Parraxquim.

Santa de camino a moler maíz

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