Desde los incendios forestales en Norteamérica y Europa hasta las sequías en Mesoamérica y la proliferación de los ciclones tropicales en el sudeste asiático; la humanidad en su conjunto ha sufrido este año una cantidad sin precedentes de acontecimientos relacionados con el clima.
Debido a su papel tradicional como principales cuidadoras de familias y comunidades, y como principales proveedoras de alimentos y combustible, las mujeres suelen ser más vulnerables cuando se producen inundaciones, incendios forestales o sequías, y a menudo soportan la peor parte de sus consecuencias.
80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres. ONU
Quizá porque son las más afectadas por el cambio climático, las mujeres indígenas y de comunidades locales están uniendo sus fuerzas en todo el mundo para defender sus derechos y hacer que se reconozcan sus conocimientos tradicionales como parte de la solución a la crisis climática. En ese sentido, han logrado conquistar cada vez más espacios de liderazgo a nivel territorial, nacional e internacional. Mujeres líderes territoriales, como Sonia Guajajara y Célia Xakriabá, han sido elegidas recientemente para el Congreso brasileño y han sido fundamentales en el cambio de políticas públicas, incluida la lucha por un nuevo proyecto de ley que proteja a las mujeres indígenas de la violencia.
Si bien hoy se conmemora el Día Internacional por la eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, usualmente, se explora poco el vínculo entre la crisis ambiental y la violencia contra las mujeres. La edición de este año del #25N en particular conmemora y rinde homenaje a las hermanas Mirabal, que fueron asesinadas tras su activismo y oposición a la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana en la década de 1960. Hoy, más de 50 años después, las activistas ambientales son cada vez más víctimas de la violencia de género.
En México y Centroamérica se registraron 609 agresiones contra mujeres defensoras de derechos humanos ambientales entre 2015 y 2016 (Fuente: UICN).
Además, según investigaciones recientes de la UICN, a medida que aumenta la participación de mujeres y niñas en el activismo y las manifestaciones políticas en defensa de la Madre Tierra, también aumentan los incidentes de violencia de género contra ellas, a menudo como táctica de intimidación y silenciamiento. Además, la propia degradación del medio ambiente es un factor detonante de la violencia de género. La escasez de recursos, los conflictos y los desplazamientos causados por el cambio climático agravan las desigualdades existentes. La violencia de género se utiliza a menudo como medio para reforzar los privilegios y el control sobre los recursos.
He aquí tres razones por las cuales es esencial profundizar, comprender mejor y prestar más atención a los vínculos entre la violencia de género y la crísis climática:
1- Las mujeres indígenas y comunitarias pueden ser a menudo víctimas por partida triple de la violencia de género, las limitantes económicas y la escasez de recursos naturales.
Las mujeres y niñas indígenas y comunitarias son víctimas de niveles crecientes de violencia física y sexual. En particular, la expansión de las grandes industrias en las comunidades rurales no sólo agrava esta situación al facilitar el acceso al alcohol y las drogas, sino que también sustituye progresivamente las artesanías y las formas tradicionales de alimentación y producción de alimentos, donde las mujeres históricamente jugaban un rol fundamental; deconstruyendo así la economía indígena.
Además, la progresiva degradación de los recursos naturales de los cuales dependen las mujeres y sus familias para su subsistencia, y la presión de las industrias extractivas, dificultan la continuidad de las formas de vida tradicionales. Cuando las mujeres deciden articular sus ideas para hacer frente a la violación de sus derechos, a menudo se ven excluidas de los procesos de toma de decisiones tanto dentro de las comunidades como de las organizaciones a las que pertenecen.
Un reciente estudio dirigido por la UICN mostró que más de la mitad de los encuestados identificaron casos de violencia de género durante la ejecución de proyectos medioambientales.
Los resultados muestran que el 59% de las mujeres y el 57% de los hombres que respondieron a la encuesta habían observado casos de violencia de género durante la ejecución de proyectos e iniciativas medioambientales. Esto va más allá de la violencia física e incluye la psicológica, que a menudo puede ser más nefasta; en concreto, el 76% de las mujeres y el 70% de los hombres declararon haber observado violencia psicológica contra las mujeres. La violencia física fue señalada por el 58% de las mujeres y el 70% de los hombres encuestados. La violencia sexual fue observada por el 43% de las mujeres y el 64% de los hombres, y el acoso sexual fue señalado por el 40% de las mujeres y el 55% de los hombres.
Sara Omi, abogada Emberá, fundadora de la Asociación de Mujeres Artesanas Emberá (AMARIE) y Presidenta de las Mujeres Líderes Territoriales de la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB).
A pesar del auge del populismo autoritario a nivel mundial, que refuerza el machismo existente y justifica la violencia contra las mujeres, las mujeres indígenas y comunitarias siguen logrando avances históricos en la escena mundial.
A pesar de las condiciones de gran desigualdad en las que viven las mujeres indígenas y comunitarias, están superando barreras, abriendo camino y alcanzando niveles históricos de articulación política en Sudamérica, Mesoamérica, Indonesia y África Central.
Un ejemplo de esta movilización masiva es la de la Articulación Nacional de Mujeres Indígenas Guerreras de la Ancestralidad (ANMIGA), que desde 2019 coordina el activismo político de miles de mujeres indígenas en todo Brasil. En febrero de 2022, después de varias marchas masivas y campañas de sensibilización sobre la crisis humanitaria que viven los pueblos indígenas, en particular las mujeres, como se ha indicado anteriormente, la cofundadora de ANMIGA, Sonia Guajajara, fue colocada al frente del primer Ministerio de Pueblos Indígenas del país.
En Mesoamérica, las mujeres indígenas están liderando profundos movimientos para revitalizar y fortalecer sus saberes ancestrales sobre agricultura, medicina tradicional y manejo forestal comunitario; lo cual también beneficia la conservación de la biodiversidad y el agua, la regeneración de los suelos y otras las estrategias locales de adaptación y mitigación frente al cambio climático. Estos movimientos han logrado la creación de Centros Culturales para el aprendizaje intergeneracional, libros de medicina tradicional, redes de mujeres agricultoras y mercados locales para promover el desarrollo económico y sociocultural desde un concepto indígena.
A nivel internacional, mujeres indígenas y de comunidades forestales de América Latina, África Central e Indonesia están fortaleciendo su organización política dentro de la Alianza Global de Comunidades Territoriales (AGCT). En la COP27, su participación fue sin precedentes, abogando por el acceso a la financiación climática, ya que apenas el 1% llega a las comunidades indígenas.
El liderazgo político de las mujeres indígenas y comunitarias en la acción contra el cambio climático y la restauración del medio ambiente está ampliando sus fronteras como nunca antes lo había hecho. Esperamos e invocamos que las esferas de la acción y el activismo ambiental puedan ser espacios seguros para que las mujeres incidan por el buen vivir de sus familias y comunidades. Continuaremos nuestro trabajo y nuestra misión para garantizar que así sea.
Mujeres de la Alianza Global de Comunidades Territoriales. Crédito: TINTA y la Alianza Global de Comunidades Territoriales